Fin de una Era
Esa era para mí, fue haber tenido como compañera de
predicación a mi querida hermana Elvia Albornoz. Conozco a Elvia desde hace
casi 30 años. Cuando mi mamá comenzó a estudiar la Biblia con los testigos de
Jehová, Elvia fue una de las primeras que nos recibió con mucha amabilidad en
el salón y como vivíamos cerca, aprovechábamos para irnos y regresarnos a pie.
Ella con sus 5 hijos y mi mamá, con mi hermana y yo. Con el pasar del
tiempo, sus hijos y nosotras crecimos,
cada quien escogió su camino y aun cuando siempre nos veíamos en las reuniones,
ya no éramos tan “curruña”. Sin embargo, la hermana Elvia siempre se ha mantenido
ahí, firme en su asistencia a las reuniones y activa en el servicio como precursora
regular demostrando una fe fuerte y profundo amor a Jehová.
Años después, luego de que mi mamá se durmiera en la muerte,
volví a retomar la compañía con Elvia. En los grupos de predicación, nos ponían
juntas con frecuencia y poco a poco fuimos retomando la cercanía. Un día, sin
saber a qué nos enfrentaríamos, decidimos (nosotras dos y otra hermana)
anotarnos para predicar de forma permanente todos los domingos en la tarde, con
el carrito de publicaciones. Eso implicaba salir de nuestras casas a las 3:00
p.m., buscar el carrito en casa de unos hermanos, dirigirnos hasta el punto de
predicación para comenzar a las 4 p.m. y hacer el mismo recorrido de regreso
(todo esto la mayoría de las veces a pie y bajo un ardiente sol).
Sin embargo, a pesar del cansancio y agotamiento, las
conversaciones animadas que siempre tuvimos durante el recorrido de ida y
vuelta, hicieron que recordara lo buena hermana que siempre ha sido. Su buen
sentido del humor y sus ocurrencias me hacían reír mucho y olvidarme del calor
y las grandes distancias. Además, las conversaciones que tuvimos con las
personas interesadas que se acercaban al carrito, me enseñaron que la hermana
Elvia es muy hábil al momento de cultivar el interés en la gente.
Todas esas cosas extrañaré de Elvia ahora que se va a vivir
a otro país, al igual que lo han hecho muchos hermanos venezolanos que han
tenido que emigrar por diferentes razones. Así que,
aún cuando le faltan pocos días para irse, ya comienzo a extrañarla. Pero me
alegro mucho por ella. Sólo le pido a mi Dios Jehová que la lleve con bien y
que la bendiga mucho. Sé que allá, en su nuevo hogar, seguirá siendo ejemplo
para hermanas más jóvenes y les brindará su amistad. Al igual que Jonatán y
David… la hermana Elvia me ha demostrado que dentro del pueblo de Jehová,
puedes conseguir amigos de cualquier edad.
Leo esto y es inevitable que no comenté, hermosas palabras. <3
ResponderEliminarY me quedé corta!
ResponderEliminarGuao
ResponderEliminarMuy bellas tus palabras
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